“Turismo responsable: ¿oportunidad o necesidad?”. Por José Luque García, socio director general de Grupo El Fuerte
Los conceptos de turismo ecológico, eco-turismo, turismo verde, etc., están dando paso a un concepto más amplio y acorde con nuestro sector turístico, el turismo sostenible y más específicamente, el turismo responsable. Turismo ecológico es aquel que “da prioridad a la preservación del medio natural y cultural del lugar donde se desarrolla“. El turismo ecológico hace su mayor hincapié en la sostenibilidad medioambiental.
En las últimas cinco décadas, el turismo internacional ha pasado de desplazar 25 a casi 700 millones de viajeros al año, y a lugares cada vez más remotos, un fenómeno de magnitud que genera impactos de índole medioambiental, económica y socio cultural. Los impactos económicos del turismo pueden ir desde la estacionalidad, o la deficiente planificación de infraestructuras, o la excesiva revalorización de los recursos autóctonos hasta una excesiva dependencia de intermediarios u operadores foráneos. Desde el punto de vista sociocultural, el turismo puede tener impactos socioculturales negativos para la sociedad anfitriona.
El turismo sostenible, a diferencia del turismo ecológico, no sólo considera los impactos ambientales, sino que extiende su sensibilidad a los aspectos económicos y socioculturales que intervienen en el proceso. Éste, se define como el equilibrio entre el máximo aprovechamiento que se puede realizar de los recursos económicos, sociales, culturales y naturales de la zona de destino frente a la satisfacción de los visitantes y los impactos negativos que en la sociedad anfitriona o en el medio ambiente se puedan causar.
El Turismo Responsable, más que un modelo, es una actitud que englobando a cualquier forma de turismo ecológico o sostenible, se basa en la premisa de que para crear riqueza, es necesario ineludiblemente respetar a todos los factores claves ‘stakeholders’ que intervienen en la actividad turística: El entorno natural y sociocultural, los accionistas, los clientes, los empleados, los proveedores y las administraciones públicas.
La mala imagen de la falsa publicidad ‘greenwashing‘ (lavado de cara “verde”), que tanto daño hace a estas tendencias, podría resolverse con el establecimiento de medidores homologados internacionalmente que hagan al consumidor visualizar claramente quien gestiona o no con los parámetros del turismo responsable. Por ejemplo: Consumo de energías no renovables y renovables por cliente. Estos medidores debían tener su modalidad que permita también valorar la gestión pública.
Este es un asunto de actitud directamente vinculado a la gestión de las empresas. Igual que remuneramos al capital, hay también que remunerar al resto de factores claves que hacen que el negocio turístico sea posible. Y cuando nos olvidamos de ellos, la rentabilidad aflora, sin duda, pero siempre lo hará a corto plazo, porque los desequilibrios del entorno natural, social, cultural y de nuestros recursos humanos afectarán irremediablemente a nuestro negocio. En los países desarrollados la sociedad presiona al sistema para ir creando protecciones de estos factores de influencia, pero en los países menos desarrollados y con menos recursos, sólo la conciencia del gestor podrá trabajar en aras de ese equilibrio.
El cliente del futuro, cada día mas informado, tomará sus decisiones de consumo responsable en función del respeto al entorno en el sentido amplio del que hablamos. De mano de la iniciativa publica y privada está el que consigamos productos turísticos responsables ubicados en destinos responsables.
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