Pocos sitios de Andalucía se benefician del milagro de la preservación del entorno costero. Una zona sin dudas es la costa de Cádiz . La fortuna o mejor dicho el viento de levante ha hecho posible que en el siglo XXI Cádiz aún conserve largas y extensas playas vírgenes como las de Conil de Frontera.
El levante es un viento térmico que vive entre Europa y Africa, que domina el panorama meteorológico del Estrecho de Gibraltar y provienen del Este. Pueden soplar en cualquier época del año, pero especialmente en primavera y verano.
El viento de levante sopla con gran frecuencia en el Mar de Alborán hacia el Estrecho. Procede del borde oriental del Anticiclón de Azores y se refuerza en verano con la baja térmica del Norte de África. Esos vientos del este son parte del mismo circuito que crea los vientos alisios de Canarias.
El estrecho de Gibraltar se convierte en un embudo de vientos entre el Mediterráneo y el Atlántico, favorecido por las cordilleras Penibeticas y Rif-Atlas de un marcado efecto Venturi. Cuando hay alta presión en el Mar de Alborán y baja en el Golfo de Cádiz, se produce viento de levante con efecto de embudo en el Mar de Alborán, que difluencia en el Golfo de Cádiz. Y cuando la alta presión tiene lugar en el Golfo de Cádiz y baja en el Mar de Alborán ocurre el efecto contrario.
En verano el predominante viento de levante ha preservado una de las playas más bellas que hoy podemos disfrutar como es la de Conil de la Frontera. La playa de Conil se alarga hasta el Cabo de Trafalgar , una caminata de 18 kms.
Una inmensa playa de arenas blancas y aguas transparentes. Una sola playa rodeada de naturaleza que no fue invadida por el desarrollo turístico. El levante, este viento de verano, ha sido el vigilante que guardó estas playas para que hoy podamos vivirlas en su estado natural.